sábado, 28 de abril de 2007

Para ella

Amanece, se abren sus soles que remolonean y desean un poquito más de sueño. Me acerco y la beso, la abrazo intentando endulzar su despertar, mis labios la rozan y siento su piel maravillosa. Deseo tanto ver su carita, pero aun la penumbra me lo impide. Luego tras las obligaciones matutinas, bajo a la cocina y allí está. Solo pienso en su abrazo en su pelo en mi cara y odio el reloj porque me separará de ella en breve.
Nueve horas más tarde vuelvo y solo llegar y abrazarla, sentirla, oir su voz, sus anécdotas, su sonrisa, incluso sus enfados cuando algo se le tuerce. Pero ella definitivamente. Quiero levantarla al aire pero ella nunca me deja y con unos grititos que me encantan me obliga a ponerla en el suelo. A veces no logro controlar mi emoción y mi sal en lágrima me traiciona, pero es que me siento feliz, ¡carajo!

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